El primer post de arte de este 2014 va dedicado al maravilloso trabajo de Pedro Campos, un pintor madrileño diplomado por la Escuela Oficial de Conservación y Restauración de Obras de Arte de Madrid, que realiza cuadros e imágenes hiperrealistas en los que recrea, con un manejo increíble de sus óleos, objetos que cualquiera podría confundir con una fotografía.
Igual que pasara hace unos meses con el post dedicado al arte de Sandy Skoglund, les prometo que NO ES PHOTOSHOP.
Pedro Campos ha trabajado en una variedad de áreas creativas, que incluyen el diseño y desarrollo de imágenes para publicidad y la restauración de pinturas, esculturas y muebles. Ha trabajado como restaurador de obras en toda España y, desde 1998, se dedica exclusivamente a la pintura hiperrealista, desarrollando obras increíbles, como las que veremos a continuación.
El hiperrealismo es una técnica de pintura que reproduce la realidad con la misma fidelidad y objetividad que la fotografía. Muestran objetos bellos y despiertan el asombro del observador, ya que transmiten la esencia de diferentes piezas de la vida cotidiana que pasan desapercibidas o son ignoradas e invitan a observarlas con detenimiento como una obra de arte.
Pedro Campos utiliza dichos elementos cotidianos, como libros, botellas o frutas, para realizar sus obras, naturalezas muertas hechas con óleos que muchos podríamos confundir con una fotografía.
En un mundo en el que la mayoría de artistas mejoran cada vez más sus obras con Photoshop y otros editores para lograr efectos “más reales” o cercanos a la perfección, es un alivio saber todavía hay quienes aún confían en su habilidad y talento para desarrollar obras como estas.
“Creo que la influencia de la restauración en el desarrollo de mi propia manera de pintar ha sido importante. La restauración de las áreas perdidas en pinturas antiguas obliga a buscar exactitud en el color: Cualquier intervención personal debe pasar desapercibida.”
La obra de Pedro Campos ha sido expuesta en diversas ciudades de España, Reino Unido, EEUU y Canadá. 
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